HISTORIA DESDE EL CONFINAMIENTO: CAPÍTULO XXXIV
Ya se puede y por fin he podido meter los pies en las zapatillas de correr. Decido salir un rato un poco más allá del balcón y me encuentro un panorama es desolador, casi no tengo acera, ni casi calle y el camino del otro lado del rio va lleno, como si fuera el propio rio después de un aguacero. Pero como no pasan coches decido ir por el asfalto, por medio, siguiendo la línea que separa los que vienen de los que vamos. Después de tantos días he perdido la forma porque, desde luego, no es lo mismo la carrera que la bicicleta estática, aunque esta la practicara a diario… la carrera no es estática, eso lo primero, y lo segundo es que en la bici el cuerpo no lo mueves, ni lo vas impactando con todo su peso contra el suelo, ni tienes que ir esquivando los obstáculos animados que van como intentando impactarte a ti. Aflojo la marcha porque me canso y para no asustar con una respiración demasiado jadeante, como la que te provoca el bicho si se te mete en los pulmones. Encima la pelusa de los árboles y la desmelenada vegetación que está dejando la cuarentena con tanto abandono. Los ciclistas me adelantan como un rayo, dejándome, aún más si cabe, la sensación de pesadez y de cansancio. Al rato, una media hora, cuando llego a casa la palabra clave es agotamiento, o sudor, o agotamiento y sudor, las dos y también sufrimiento… Dolor, lo más es el dolor, sobre todo en las piernas. Voy a la ducha como buenamente puedo pero manteniendo el tipo para evitar los comentarios maliciosos de Ana y Andrea que me miran sarcásticamente, una desde la cocina a la derecha y la otra desde la izquierda, en el sofá.
–¿Qué te has echado?—Es lo primero que me preguntan cuándo vuelvo al salón después de la ducha.
Por lo del dolor, me he embadurnado las piernas con Fisiocrem pero no contesto,… Me quedan las fuerzas justas para llegar a la cena.
Después de cenar nos sentamos relajados a ver un nuevo capítulo de la serie que estamos viendo ahora (otra de Neflix) y al poco nos interrumpe un ruido y voces en la calle que vienen de la calle. Salimos al balcón a ver qué pasa y nos dice la vecina de enfrente que justo han intentado ocupar un piso de su bloque, el que está vacío debajo del suyo. Al interesarnos nos explica que han sido dos hombres y que lo han intentado con una escalera grande, tamaño industrial, de las que pueden llegar incluso hasta el tercero. Que el del primero se ha dado cuenta y ha avisado a todos los vecinos de la escalera y, de paso, también a la policía. Se ve que a uno lo han detenido cuando huían corriendo pero que el otro ha conseguido escapar. Al poco rato vemos pasar por nuestra acera a dos policías con la escalera, asiéndola uno por cada extremo, y llevándola a algún sitio, supongo que al depósito de objetos requisados.
Hoy todo el mundo a correr,… ¡Por salir o por entrar!
En fin, la actualidad con matices.
Joan López – Mayo 2020
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