UNA HISTORIA DESDE EL CONFINAMIENTO: CAPÍTULO VIII
Apagué la luz de la mesilla hace un rato y ya he tenido que levantarme por causa del insomnio y de que no he dejado de tener un poco de frío desde que me acosté. Voy a la cocina a por una infusión “Duerme bien” y de paso a subir un par de grados la calefacción. Un exiguo resplandor me ilumina por el pasillo. Ya está, Andrea se ha quedado viendo vídeos de cuando era pequeña y, cómo no, se ha dormido en el sofá con la televisión encendida, como de costumbre. Eso sí, bien calentita con todas las mantitas encima, las de las tardes de ver “pelis” en familia. Y eso que se lo dejé bien clarito y le insistí:
–Vete a la cama que al final te quedarás dormida… ¡Como siempre!—Fue justo antes de acostarme, hace un rato.
–¡Ay papa, déjame que ya no soy como en los vídeos!—Fue lo que dijo. Como siempre, en esto y en lo otro, ayer y antes de ayer,.. ¡Siempre igual!
Pero bueno, ella duerme y yo no, yo con frio y ella no, siempre es ella la que sabe lo mejor, como cuando nos enseñó a comer macarrones al estilo de la sopa y desde entonces, cuando estamos en familia, siempre lo hacemos así.
Joan López – Abril de 2020
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