UNA HISTORIA DESDE EL CONFINAMIENTO: CAPITULO X
Son las ocho y me dispongo a dar el primer paseo de la mañana, abro las persianas, corro las cortinas y salgo al balcón. Con lo que está pasando los vecinos nos hemos hecho como una rutina de paseos y, casi al unísono, vamos coincidiendo todos en nuestros respectivos balcones a diferentes horas a lo largo del día. Este, el primero, es el de comprobar que todo empieza normal, me estoy refiriendo al día, a estos días anormales. Entre las diez y las doce damos el paseo de tomar el sol, pero solo los de enfrente que es donde da. Los de aquí lo cambiamos por el de leer o por el de aquello de “que nos dé el aire” y el de tomar el sol lo damos entre las dieciséis y las diecisiete por razones obvias. Entre las dieciocho y las veinte el paseo es coincidente otra vez, más o menos, es el de la cervecita con patatas fritas, o el del gin-tonic con frutos secos y también las chips en los balcones más pudientes. En las salidas sin objeto tangible definido salvo el de pasear, como este, porque por algo hay que empezar el día, me gusta observar y reflexionar sobre cualquier cosa que se me presente a la vista por casualidad.
En el colmado de enfrente ya están colocando las cajas de fruta y verdura y por casualidad me fijo en el rótulo sobre la puerta de la izquierda, parece que pone “Eurohalal al jawda”. Las palabras me inquietan pues parece que ya son la traducción de unos retorcidos trazos árabes escritos debajo y, la verdad, no sé qué pueden significar ni unas ni los otros. La curiosidad me obliga y abandono el paseo a medias para consultar en Google.
A medias con la consulta aparece Andrea por el salón con una mano frotándose el estómago y con la otra sonándose la nariz ligeramente.
–Hoy hay que comprar—Me dice con voz lastimera.
–¿Qué falta?—le pregunto.
–Hay que comprar Nevaditos, que se ayer se acabaron— Y nos cruzamos la mirada, la suya, como su voz, igualmente quejumbrosa.
–Vale, puedes bajar al “Eurohalal” en un momento, eso se puede, es legal—le digo.
Y después pongo el móvil a cargar y me voy a la ducha, es lo que hago siempre después de pasear.
Joan López – Abril de 2020
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