HISTORIA DESDE EL CONFINAMIENTO: CAPÍTULO L
Hacemos Skype con un amigo que se encuentra confinando en Estados Unidos. Lleva allí desde hace algunos meses, desde enero creo, cuando se fue por motivos de trabajo. Es peluquero y decidió cerrar el negocio que tenía aquí para ampliar horizontes con un perfeccionamiento allí. El caso es que le ha pillado de lleno, justo antes de la vuelta han cerrado las fronteras en el mundo entero y bueno… Allí está, en USA, confinado. Hablamos durante un rato en el cual nos dice, al menos unas veinte veces, que está bien, un poco resfriado pero bien. Nosotros hacemos lo propio, más o menos el mismo número de veces.
–Nosotros también bien, de momento y tocamos madera—le decimos eso… pues eso, unas veinte veces. Como esto es lo que pasa la mayoría de las veces y la mayoría del tiempo en que conectamos, hemos convenido en llamarlas las conexiones del “Estar bien”. Hacemos un “Estar bien”, es lo que decimos cuando hacemos Skype con nuestro amigo americano a la fuerza,… y con algún otro.
A veces nos explicamos otras cosas, como hoy, cuando él nos explicó que sí, que está bien física y sicológicamente hablando, pero que quiere estar mejor en todos los sentidos… por si la situación se alarga, claro.
–Voy a redecorar la habitación para hacerla más habitable—nos ha soltado después del tercer “Estoy bien” y así, a la brava, sin paños calientes.
–Nos parece muy bien—le decimos, como si tuviéramos que darle nuestra aprobación.
–He comprado por Amazon un cuadro del tamaño de media pared que voy a iluminar con unas luces tipo de navidad alrededor. También he comprado un cactus tipo neón para allí—señalando una zona en la pared de su izquierda—y un humificador lámpara con luz cambiante, y una luz que representa un flamenco (el pájaro) también de pared para ponerlo aquí—señalando otro espacio libre de la misma pared—y alguna otra cosa sin luz pero sí muy brillante.
–Todas las luces son amarillas—y ha seguido dando detalles de la e-compra.
Nos despedimos de él deseándole que siga bien y que se cuide– porque es lo más importante—y con un abrazo.
¡Estamos bien!
Joan López – Mayo 2020
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