Una historia desde el confinamiento: CAPITULO II
Hoy, enésimo día de confinamiento, he salido para hacer la compra, lo básico para comer y algún producto de limpieza. Cojo el carro porque tengo que comprar leche, lo he visto escrito en el grupo de
Whatsapp “compras locas” que hemos creado para ir “chateando” la lista a medida que se van acabando los víveres. Estamos los tres en casa y no es que fuera necesario — ¡Quiero decir lo del grupo!—pero como ahora nos tenemos que comunicar por el móvil… Bueno,… ¡Lo hemos hecho y ya está!
Y dicho esto, sigo con lo del carro, que lo cojo por lo de la leche y así también aprovecho para tirar el cartón; porque el carro lo usamos para ir poniendo los envases de papel y cartón, como el de los paquetes de la leche y el de las galletas de cebada y pepitas de chocolate que compro a veces,… cuando ya se acaban.
Una vez en la calle me dirijo al supermercado, voy deprisa porque es lo mejor, que se vea que no voy paseando, paro en los contenedores que me pillan de paso para tirar el cartón que llevo en el carro. El contenedor está casi lleno, hay algunos cartones de paquetes de leche obstruyendo la abertura… Me da la sensación de estar obligando a alguien a engullir la comida…
Cuando llego al súper me encuentro varias personas esperando el turno para poder entrar, avanzo hasta el final de la cola por el lado interior de la acera, pegado a la fachada del edificio porque hay que dejar una distancia de seguridad, lo hago deprisa por si al virus le da por saltar, desde mi o sobre mí, para no darle tiempo… Bueno,… ya estoy situado y espero mi turno consultando las “compras locas” por si hay novedad, lo hago varias veces, seis o siete antes de entrar.
Ya dentro, me dan desinfectante para las manos y unos guantes, a la entrada, a la derecha, tienen el papel higiénico y, aunque hay en la estantería, paso de largo porque todavía nos queda. Primero, por orden, a por el Alcohol de 96 grados,… ¡No hay¡ Pregunto por el Sanitol o algo parecido, me indican en el segundo pasillo a la derecha, voy ligero no sea que también se acabe, recorro el pasillo de principio a fin tres veces y no lo veo, a la cuarta lo descubro justo al principio,.. ¡Pero no queda¡ Sólo el de desinfectar la ropa, cojo un bote y al segundo lo dejo otra vez en la estantería, quería el de limpiar las cosas que es del que no queda, ni aquí ni en casa,… ¡Joder!
Ahora a por la comida, miro la lista de “compras locas” otra vez, patatas, cebollas y para hacer lentejas, y la leche, la leche me pilla en el pasillo de al lado,… ¿Cojo Pascual o Asturiana, o “Llet Nostra”? Como la que tenemos en casa es Pascual, cojo esa para no mezclar. Sigo a lo mío, a por las patatas y las cebollas, y lo de las lentejas, y qué más… Consulto las “Compras locas” otra vez por si acaso, cojo las patatas, al lado están las cebollas, cojo una bolsa de 3 kg porque de 5 es demasiado,… ¡Que no se me olviden las patatas chips que apuntó Andrea! Retrocedo al pasillo de los aperitivos para lo de las chips, cojo una bolsa de las sabor a pimentón, las que compramos siempre son al punto de sal… ¡Es por probar! Y una lata de aceitunas negras sin hueso para picar y para la pizza, cojo dos masas frescas para la pizza, y un paquete de beicon, y unos champiñones laminados, también para la pizza, cojo una tarrina de sobrasada y otra de fuagrás pensando en los bollitos de pan que tenemos congelados, dos de cada por si acaso. Fruta tenemos, verdura… verdura mejor la cojo en conserva porque a lo mejor es más seguro, voy al pasillo de las conservas dando un rodeo para no coincidir y guardar la distancia, acelgas, judías verdes y también, para probar, de cardo, dos de cada… Y que no se me olviden las cervezas, las de “con” y las de “sin”… Las de “con”, dadas las circunstancias, sientan mejor. Las de “sin” las cojo por… porque llevamos meses comprando sólo de las de “sin” y me cuesta romper con las costumbres. Paso por el puesto del pescado pero solo de reojo, porque no está en la lista de “compras locas”… ¡Ya está!
Me voy a pagar, alejado unos 2 metros espero a que se marche el cliente que me precede, será un momento porque sólo le queda meter el paquete de leche en su carro, pongo la compra en la cinta y saludo a la cajera a través de la mampara de metacrilato, con sus manos azules pasa cada cosa por el escáner y me pregunta si efectivo o tarjeta, pago con la tarjeta pero me da mala espina porque tengo que poner el pin con los dedos… Bueno, de perdidos al rio, meto la compra en el carro y me salgo rápido, por el lado interior de la acera, pegado a la fachada del edificio, por si al virus le da por saltar…
Cuando llego a casa consulto la lista de “compras locas”…
¡Mierda, se me olvidó para las lentejas!
Joan López – Abril de 2020
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