Con Pan y Chocolate

Algunas tardes merendaba un trozo de pan y una onza de chocolate. El pan me lo daba mi madre, y una peseta para comprar el chocolate en la tienda de Rafael.  Ya en la tienda, si había mujeres comprando, mientras esperaba me revolcaba por el suelo porque estaba fresquito. Estirado boca arriba, junto a la puerta, con las piernas encogidas para que no se tropezaran al salir, me entretenía viendo la tele que tenía en alto, los días que la tenía encendida.
Cuando me tocaba, le daba el dinero a Rafael que, sin tener que pedírselo, me daba la porción de chocolate. Me lo comía allí mismo o de vuelta a casa, a trocitos pequeños para que me durara más que el Pan. 
 

El día que volvieron recuerdo que me asuste, porque la capsula tardó en aparecer entre las nubes.
 
Joan López
 
20 de Julio, 50 años más tarde del alunizaje.