HISTORIA DESDE EL CONFINAMIENTO: CAPÍTULO XLI
De vueltas con el running, ya llevo más de una semana en el intento de recuperar la forma. Pero como no está dando resultados decido dejarme aconsejar por mi amigo y experto Google. Busco: “consejos para salir a correr después del confinamiento”.
–¡No vayas a lo loco!—Es lo que me presenta Google como primer consejo.
Está claro que ir a lo loco se refiere al look de loco, por ejemplo, en el peinado…
–Pues va a ser complicado, con estos pelos que se me están poniendo… y eso no será—me digo a mí mismo, porque decírselo a Google ya me parece absurdo.
Quizá se esté refiriendo también a la vestimenta. Como ahora ya hace calor para salir con mallas, alguien me podría tachar de loco. Busco en el cajón de la ropa de correr los pantalones cortos que me compré hace meses, entorno al verano pasado, cuando empecé con esta historia del deporte. Me los subo y se me caen varias veces, hasta que consigo extraer el cordón que se había metido en el dobladillo elástico y me hago una lazada constrictora a la altura de la cintura. Con los pantalones sujetos me voy al espejo. No me gustan pero a lo loco no voy, está claro.
Salgo a correr en pantalón corto y camiseta de manga también corta, con el convencimiento de no estar cometiendo ninguna locura. A las tres vueltas al lago (pocas para llevar una semana a carrera diaria) ya estoy que no puedo más. Aflojo la carrera hasta que se transforma en marcha y después en andar de paso extenuado. Paro y al levantar la cabeza para recuperar la respiración, veo a mi amigo R. runeando por el paseo. Él me ha visto también, me mira y nos saludamos desde lejos, como es preceptivo.
–Ya no puedo más, estoy reventado—Le grito con el esfuerzo del último aliento.
–¡No seas loco¡ ¡Prueba sin mascarilla!—me contesta sin parar de correr.
–¡Sin mascarilla! ¡Pero qué locura es esa!—me repito a mi mismo mientras vuelvo a casa destrozado y reforzando la constricta lazada de los pantalones para que no se me caigan.
Algunas personas me miran como si estuviera loco.
Joan López – Mayo 2020
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