LA BICICLETA ESTÁTICA

Una historia desde el confinamiento: CAPITULO III

Bicicleta estática familiar para hacer ejercicio durante el confinamiento

Como nos han dicho que es importante mantenerse en forma durante la cuarentena, me he propuesto un rato de ejercicio diario y como salir a comprar no parece suficiente –¡Y tampoco salgo a diario!—utilizo una bicicleta estática que tenemos desde el año pasado, cuando decidí perder algún kilo. La bicicleta me gusta porque tiene una forma como de cisne y los cisnes me recuerdan las bailarinas del ballet que son pura ligereza y  esbeltez… ¡vaya! ¡Qué no te da pereza montarte!

Para compensar la extensión del capítulo de “La compra”, en este quiero ser breve:

A media mañana, coloco la bicicleta frente al televisor y pedaleo lo que dura un capítulo de “House of Cards” y después a la ducha y a seguir el día.

Bueno,… ¡A lo mejor me he pasado con la brevedad!

Lo reescribo en un periquete:

Con la tostadora aún caliente y la mesa del desayuno sin recoger, se hace la hora del ejercicio físico. Coloco la bicicleta estática –la que compramos el año pasado para perder kilos—justo en medio del salón, delante del televisor. Al unísono, Ana va sintonizando el NEFLIX para poner un capítulo de “House of Cards”, una serie muy interesante sobre política de los Estados Unidos. Mientras dura la serie yo pedaleo a una resistencia media, para sudar un poco. Y cuando la serie acaba, me bajo y me ducho…  ¡Y ya está! ¡A seguir con el día!

No sé, no me convence demasiado. Si no me esfuerzo un poco más no voy ni a sudar. Otra vez:

No me ha sonado el despertador. Estos días no lo pongo pero, da igual, me sigo despertando a la misma hora. Me levanto y me aseo, me visto como si fuera Sábado y voy a la cocina procurando no hacer ruido para no despertarlas a ellas. ¡Ellas no son culpables de que yo sea un búho!  Recojo un poco la cocina, es lo de la cena que todavía está por en medio. Con la encimera despejada y manteniendo el sigilo empiezo a preparar el desayuno. Pan tostado con tomate, aceite y lo que a Ana le gusta, jamón dulce y queso. A Andrea y a mí nos gustan más les típicas tostadas con mantequilla y mermelada, pero de ciruela. No faltan el yogurt, los cereales, algo de fruta y unas galletas María de las siempre, no de las Dorada que esas están más  pringosas. Pongo también unos vasos y el brik de zumo por si a alguien le apetece. Es lo que viene siendo un desayuno Continental, como en los hoteles, pero omitiendo la bollería… ¡De qué serviría el ejercicio entonces!

Con los restos del desayuno todavía en la mesa – sólo han quedado la mitad de un tomate de untar y un culín  más pulpa que de zumo—nos preparamos para la sesión de ejercicio. Yo voy poniendo la bici frente a la tele y ella va poniendo la serie “House of Cards”, en Neflix. Antes de que se inicie el capítulo ya empiezo con el pedaleo. Quiero sudar y el selector de resistencia lo he puesto al 4 porque hoy me siento con ganas… ¡Y con fuerza! 

¡Ostias! ¡Acaban de empujar a Zoe a las vías del metro! ¡Se la ha cargado el cabrón del Francis! ¡Joder! ¡Estoy en “shock” y no puedo seguir!

 Me bajo de la bicicleta y me siento en el sofá para que se me pase un poco.

Mañana será otro día para pedalear…

Joan López – Abril de 2020